miércoles, 11 de noviembre de 2009

EN SILENCIO


No hables...

que tus labios sólo se abran para besarme;

no digas nada...

que tu lengua no articule palabra,

que sólo salga de su cálida cueva

para provocarme placer.


Abre tus brazos y recógeme en ellos,

aprieta tanto que me hagas daño con tu abrazo,

que sienta tu cadena de huesos en mi espalda

que me sienta prisionera de tu piel.


Mueve tus dedos,

acaricia mi rostro

y sumerge tus yemas en mi cabello,

baja por el cuello y busca mis pechos;

te esperan, te desean, están hambrientos.


No sigas, aún no, detente en estos relieves,

saborea la visión y el gusto,

no sigas… espera un segundo

anticipando el placer,

que llega

ya llega

un poco más tarde.


Aún hay tiempo,

queda tiempo.

El tiempo es nuestro.

4 comentarios:

jorge dijo...

Esas pausas cuando el placer se aproxima, lo aumentan.

Me parece genial que pidas tiempo.

J.M. Ojeda dijo...

El tiempo, ese placer próximo y lejano.
Placer, simplemente placer…
…¿…

Saludos de J.M. Ojeda.

Rodolfo de Jesús Cuevas dijo...

Que bello escribe, Alafia. Veo que te pasa igual que a mí, pues tampoco puedo vivir sin escribir. Gracias mil por visitar mi blog. Te visitaré de vez en cuando.
Un abrazo.

Unknown dijo...

¿De qué sirven las palabras cuando la piel vibra de esa manera? Siempre tendremos tiempo para eso. Besos,
V.